sábado, 29 de septiembre de 2007


Ayer noche vino a cenar Antonio. Volvía de su ciudad natal, Salamanca donde dice que lo había pasado de muerte yendo de marcha. De recuerdo nos ha traído las típicas obleas de allí. Aluciné, no pensaba que fuesen enormes. He dejado esta imagen donde se ve un euro en su centro para poder hacer la comparación. Me recordó la divertida película de “El milagro de Petinto”

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