Esta foto que tomo mi padre siendo un jovenzuelo, es un retrato del guardián de la fuente de los desencantamientos. Encontró a este duende en le bosque, por casualidad. Este fantástico ser le contó que estaba muy triste porque ya no había jóvenes en pos de la aventura como en antaño. Le dijo que el agua de la fuente que protegía, tenía la facultad de otorgar un poder. El que la bebiese podría quitar cualquier embrujo de cualquier persona hechizada con solo besarle en la frente. Le contó también que antiguamente la habían venido a beber de todo, desde príncipes para despertar a bellas durmientes hasta una princesa que quiso que una rana encantada volviese a ser un principie. Le pidió a mi padre que bebiese. Él le aseguró que no tenía que desencantar a nadie. El duende le dijo que veía su futuro y que un hijo suyo necesitaría de que le besara en la frente, que sería extrañamente poseído por una maquina infernal. A mi padre no le importo beber por si acaso aunque no comprendió lo que predecía el duende.
Cuando yo cumplí los diecisiete mi padre supo cual era mi embrujo. Me besó en la frente y desde entonces no siento ninguna atracción por jugar con las videoconsolas. Y pensar que era adicto.
Cuando yo cumplí los diecisiete mi padre supo cual era mi embrujo. Me besó en la frente y desde entonces no siento ninguna atracción por jugar con las videoconsolas. Y pensar que era adicto.
